El uso del hidrógeno como combustible constituye una de las esperanzas para aumentar la autonomía de los drones. El tiempo de vuelo se puede incrementar desde unas decenas de minutos a varias horas. En este sentido se encamina el dron que ha hecho despegar un equipo de investigadores de la Universidad de Sídney, en Australia.
Los ingenieros han puesto en el aire un dron de ala fija con un sistema de propulsión híbrido. La aeronave se basa en hidrógeno, una batería eléctrica y un supercondensador (una pila de alta densidad energética). La combinación de estas tecnologías ha dado como resultado en los ensayos una mejora en la respuesta dinámica del sistema de propulsión.
Los investigadores señalan que gracias al hidrógeno se consigue una mayor autonomía, en comparación con las baterías eléctricas existentes. Este tipo de combustible estaría indicado para tareas de larga duración, como las de vigilancia o inspección de ciertas infraestructuras, como oleoductos, así como el mapeo de largas extensiones agrícolas.
Un ejemplo de lo que pueden llegar a durar estos sistemas basados en hidrógeno está en la empresa británica Intelligent Energy, que ha desarrollado una batería capaz de hacer que un dron se mantenga en el aire hasta dos horas. Todo esto con una pila que solo pesa un kilo y medio.
Una de las desventajas del hidrógeno, sin embargo, es su coste. El uso de pilas con este combustible es más caro que las baterías convencionales. Pero los investigadores australianos han logrado superar este obstáculo mediante el sistema híbrido, de hidrógeno-batería-supercondensador.
De esta forma, el dron tiene más flexibilidad. Es como si tuviera una fuente de energía auxiliar (como en los coches, que tienen la batería eléctrica y el motor de combustión). El hidrógeno aporta la energía necesaria para aumentar el tiempo de vuelo, mientras que la batería y el supercondensador proporcionan picos de potencia, necesarios durante maniobras concretas o el mismo despegue.
Imagen: Universidad de Sídney