Se trata de una interesante propuesta que viene a reforzar como pocas el papel que los drones están llamados a desempeñar en el futuro: tareas en lugares donde es muy peligroso trabajar o, simplemente, dónde no podemos llegar. Este es el caso de un volcán en erupción.
Lava, calor, ceniza, falta de oxígeno, un entorno ciertamente peligroso no solo para el ser humano sino también para la aviación comercial. Todos recordamos la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull en 2010 y el tremendo impacto que tuvo en el tráfico aéreo internacional.
Latitud Engineering en colaboración con la NASA está desarrollando un dron, el NavSonde, que permite capturar datos atmosféricos de alta resolución en situaciones extremas. Con este dispositivo es posible tomar más datos (muestras de partículas o de aerosoles) y conocer con exactitud su ubicación para, a continuación, modelizar y analizar diferentes fenómenos ambientales que permitan tomar decisiones en tiempo real.
Hasta la fecha se han venido usando distintos tipos de sondas, normalmente, lanzadas desde mayores altitudes y adosadas a un paracaídas (denominadas dropsondes). El inconveniente de estos dispositivos es su limitación en cuanto a cantidad de información e imposibilidad de guiado. Con el NavSonce estas limitaciones parecen, a priori, superadas.
De esta forma, por ejemplo, en 2010 hubiera sido posible determinar con rapidez qué corredores aéreos reunían condiciones adecuadas para la aviación comercial y cuáles no, reduciendo el impacto en el tráfico aéreo mundial.