Un nuevo ejemplo de la contribución de los drones dentro del ámbito de la investigación biológica. En este caso sin la interacción con sofisticados sistemas de control del vuelo o software de tratamiento de datos. Pura observación desde las alturas para conocer mejor una especie amenazada.
Científicos marinos de la administración americana han comenzado a utilizar drones para observar ballenas grises en lugar de los tradicionales prismáticos. Prácticamente desaparecidas, los límites impuestos a las capturas descontroladas permitieron recuperar la población de estas ballenas a mediados de los noventa. El problema ahora son las condiciones ambientales y cómo afectan a los procesos biológicos, entre otros, la reproducción.
Los científicos están utilizando hexacópteros equipados con cámaras de precisión y de sensores barométricos que vuelan a una altura mínima de 40 metros. Este es un matiz importante puesto que las ballenas grises son extremadamente sensibles y por debajo de esta altura notarían la presencia de los drones y alterarían su comportamiento. Con los drones los científicos capturan imágenes de las ballenas y de sus crías, conociendo el número de ejemplares así como su comportamiento y evolución.
La variable en la que se centran los científicos es la cantidad de grasa que acumulan estos animales y para ello analizan la forma de las ballenas hembras. En condiciones normales la ballena gris puede llega a alcanzar más de 50 años de vida, pero si la hembra está delgada con toda probabilidad no tendrá reservas suficientes para llegar a las costas árticas y alimentar a su cría durante el periodo estival.
Combinando estas imágenes con los registros de condiciones ambientales en aguas árticas los científicos creen que podrán llegar a comprender mejor la incidencia de los distintos factores exógenos y la evolución del número de ejemplares.
Fuente e Imágenes: NOAA Fisheries