Hace apenas tres años, los drones eran un simple fenómeno tecnológico, del que muchas personas no habían oído hablar. A día de hoy, es una de las tecnologías que más perspectivas de crecimiento presentan y están en boca de todos. Este camino, aunque parezca una coincidencia, es similar al que tuvieron los smartphone a principios del siglo XX. Unos dispositivos compactos, que permitirían tener un ordenador en tu mano, y ayudar a mantener conectadas a millones de personas. Ir más allá de la telefonía móvil convencional.
Apple abrió el camino con su iPhone, y transcurridos diez años, miles de millones de personas tienen esta tecnología como un elemento de uso diario en sus vidas. Y aunque le han surgido numerosos competidores, bajo el sello del sistema operativo Android, Apple mantiene su poder e influencia en el mercado de los smartphones, pese a tener precios superiores al resto de dispositivos móviles de otras marcas (cerca del 50% de los smartphones de los Estados Unidos son teléfonos de Apple, como ejemplo destacable).
De forma análoga, podríamos decir que ocurre lo mismo con DJI, quien ha sido impulsor mundial de la tecnología dron. Uno de los motivos de su éxito es la facilidad para pilotar sus dispositivos, y su trabajo por hacer cada vez más completas y seguras sus aeronaves. Los avances tecnológicos, fruto de la investigación de DJI, se pueden ver en dos de sus drones más recientes, el Phantom 4 y el Mavic Pro.
Y siguen siendo de los más adquiridos, aunque posean precios en el rango de los 900-2.000 dólares (cifras superiores a otros drones como el Karma de GoPro, que ronda los 800 dólares y la gama de RPAS de Parrot, cuyo precio oscila entre los 700 y 1.300 dólares). Estos dispositivos integran sensores y cámaras que han potenciado su capacidad para detectar y evitar obstáculos en sus desplazamientos, de forma completamente autónoma. Y de igual modo se les ha dotado de la inteligencia y capacidades para realizar vuelos autónomos, sin necesidad de intervención humana.
El año 2016 ha sido un período donde se han podido ver indicios de la evolución de la industria, y de su tendencia positiva de crecimiento en los próximos años. Por esto, no es de extrañar que algunos expertos consideren que el 2017 sea un año crucial para la explosión de la tecnología dron a nivel mundial. Sin embargo, al igual que pueda pasar con Apple en el mundo de los smartphone, para las grandes marcas de la industria dron no es sencillo competir contra DJI, y el desgaste se traduce en consecuencias negativas para estas empresas.
Algunos ejemplos destacables de estas ‘consecuencias’ son los de Parrot, GoPro y el reciente caso de Lily Robotics. Parrot ha visto como su previsión de beneficios generales ha sido un 15% menor de lo esperado, por lo que ha tenido que restructurar su plantilla del área de drones, prescindiendo de en torno a un tercio de estos trabajadores. El conocido caso de los fallos en pleno vuelo del GoPro Karma también ha sido una losa para la compañía estadounidense. Sin embargo, GoPro tiene pensado volver a la carga con Karma durante este 2017.
Como con toda tecnología, existe el riesgo de que quede obsoleta, o simplemente que la gente pierda en interés en ella. Por esto, la clave de la pugna por el liderazgo en este mercado en auge es la innovación. Y aquí entra el sector comercial de las aeronaves no tripuladas, un ámbito en el que no estaba centrado el fabricante chino, pero en el que está empezando a trabajar, al igual que otros fabricantes de drones de consumo.
Imágenes: DJI