Existe práctica unanimidad entorno a la importancia crucial de la formación dentro del desarrollo profesional o personal y la mejora de la competitividad. Los Departamentos de Recursos Humanos o las Instituciones Oficiales no son los únicos agentes que promueven cursos de formación o de actualización bajo los paradigmas del aprendizaje continuo, la formación para el empleo o las subvenciones existentes.
Hoy en día, para todos y cada uno de los ámbitos formativos que podamos imaginar la oferta es amplia y diversa. A pesar de ello resulta complicado elegir la oferta formativa que, adecuándose a nuestras necesidades y expectativas, ofrezca un retorno tangible en un plazo de tiempo razonable. Por supuesto la oferta formativa dirigida a los pilotos de RPAS no está exenta de esta problemática.
Los requisitos necesarios y la oferta formativa para la obtención de los certificados básico y avanzado para pilotar RPAS están claramente explicitados por la Agencia Española de Seguridad Aérea, AESA, en su página web. AESA facilita además una lista completa de las organizaciones aprobadas en España para impartir tal formación, las denominadas ATOs (Authorised Training Organisations en inglés). A partir de este punto corresponde al profesional (futuro piloto u operador) formarse una opinión y decidir. ¿Cómo?. Cuestión de recursos y de expectativas.
En primer lugar el interesado debe tener muy claras cuáles son sus necesidades de formación, los resultados que se van a obtener y los medios y capacidades de que dispone (tiempo y dinero). En el caso de un operador, éste debe tener claro quién debe formarse dentro de la organización y con qué orden de prioridad. En ambos casos es fundamental que la acción formativa se enmarque dentro de una estrategia comercial y empresarial que permita objetivizar los resultados que se obtendrán del proceso formativo.
El siguiente paso consiste en realizar una tarea de investigación orientada a conocer en detalle la oferta formativa de cada proveedor acreditado: cursos prácticos o teóricos impartidos, alcance de los cursos, duración, coste, condiciones de pago, personal docente, medios formativos, certificado a expedir, etc. En esta fase es fundamental resolver todas las dudas que existan y, como mínimo, contar con al menos tres ofertas para optimizar la decisión. Asimismo sería necesario solicitar de cada proveedor datos concretos que permitan conocer su eficacia (% de aprobados) y reconocimiento (satisfacción del cliente o del alumnado).
A continuación, si estamos hablando de recursos, no queda más remedio que hacer algunos números. En la siguiente fase se trata de averiguar el retorno (económico) de la inversión formativa y, para ello, se parte de los resultados de la fases anteriores: resultados esperados en función de la formación (incremento de ventas, mayor productividad, menores costes operativos, etc) vs inversión en formación. A partir de ahí existen métricas (punto de equilibrio o break even point, retorno de la inversión, etc.) que permitirán conocer con exactitud la utilidad de cada euro invertido y por tanto qué proveedor es el más ventajoso.
Finalmente, y como paso previo a la toma de decisión final, es necesario negociar con el o los proveedores pre-seleccionados un marco ventajoso y acorde con nuestras capacidades, necesidades y expectativas. A partir de los pasos previos se estará en condiciones de negociar condiciones formativas y contractuales particularizadas a las necesidades del interesado: personalización de la oferta formativa, reducción del precio unitario en función del volumen contratado, etc.
Solo una vez particularizada y negociada la oferta final el interesado estará en condiciones de tomar una decisión que alinee sus objetivos de negocio con sus necesidades y los medios disponibles. De otro modo se estará adoptando una decisión, si no desinformada, antieconómica.