La Fuerza Aérea de los Estados Unidos ha dado una nueva oportunidad a los cazas F-16 de su flota que han quedado obsoletos: reconvertirlos en drones. De este modo los aviones de combate podrán seguir teniendo una vida útil, sirviendo como blanco móvil en la realización de pruebas con nuevo armamento, como ocurre con el programa militar F-35 Joint Strike Fighter (orientado a la creación de un nuevo caza táctico).
Los drones que surgen de esta conversión pasan a denominarse QF-16 (siendo la “Q” la nomenclatura militar para referirse a las aeronaves no tripuladas). El proceso de transformación se lleva a cabo desechando los componentes que no son necesarios para el nuevo aparato, reemplazando 3.000 cables, el ordenador de control de vuelo e integrando un nuevo autopiloto. En el caso de que el dispositivo resulte ileso de las pruebas de armamento, puede volver a usarse en otras sesiones.
La compañía militar Boeing entregará 97 cazas antiguos para reconvertirlos en QF-16. El coste de investigación, desarrollo y equipamiento por cada F-16 supone un gasto de 1.32 millones de dólares, así que de este modo puede sacarse una nueva utilidad a estos vehículos aéreos. Este modelo de dron representa de forma más precisa las amenazas a las que tienen que hacer frente las fuerzas aéreas estadounidenses y sus aliados. Por eso se han decantado por ellos para sustituir al viejo QF-4 (otro modelo anterior de dron reconvertido a partir de un avión de combate F-4).
Las fuerzas militares de Estados Unidos llevan bastante tiempo volcadas en el desarrollo de la tecnología dron, ya sea en dispositivos de tierra o mar. Es el caso del Echo Voyager, un vehículo submarino no tripulado desarrollado por la multinacional Boeing, el cual puede navegar de forma autónoma durante 6 meses, recorriendo cerca de 12.00 kilómetros gracias a su sistema de propulsión híbrido y recargable.
Imagen: expertinfantry
