Hay quien se pregunta si ser piloto de drones puede considerarse una profesión de futuro. En la entrevista que realizamos a Mario Pons, CEO de la escuela de pilotos Canavia (situada en Gran Canaria), reflexionamos sobre la creciente demanda para ser piloto certificado de drones y de los requisitos necesarios para lograrlo. Pero, ¿qué salidas profesionales puede tener convertirse en piloto de drones?
“Tú como piloto puedes trabajar para un operador de drones, o bien, tú mismo te haces operador de drones como autónomo o como empresa”. Es la primera aclaración que hace Pons. Un piloto de drones puede trabajar por cuenta ajena o trabajar como autónomo, como cualquier otra profesión convencional.
En cuanto a las salidas profesionales propiamente dichas, el CEO de Canavia asegura que hay muchas debido a las numerosas aplicaciones que existen y a las que se van descubriendo. Uno de los mercados que más se está explotando es el de la filmación aérea para todo tipo de formatos (cine, publicidad, entre otros).
Pero los UAV no solo tienen aplicaciones en el sector audiovisual. Inspecciones aeroportuarias, tareas en el sector de la construcción, revisión de tendidos eléctricos, oleoductos, vigilancia e inspección de cultivos, así como salvamento y búsqueda de personas, tanto en tierra como en el mar, son solo algunas de las aplicaciones a las que se pueden destinar los drones.
En lo relativo al plano agrícola, el entrevistado afirma que, según un estudio, se puede fumigar un campo de cultivo 50 veces más rápido con un dron que haciéndolo a mano y por un coste similar.
En el sector agrícola, los drones son cada vez más demandados debido a sus múltiples aplicaciones.
Pons ofrece un ejemplo personal que justifica las altas expectativas que mucha gente tiene sobre los drones. Cuenta que una pareja de alumnos de su escuela se dieron de alta como operadores y están ofreciendo un servicio de vuelo con drones para gente con movilidad reducida. “Les llevan a Moya (municipio de Gran Canaria) y les ponen unas gafas conectadas y vuelan en tiempo real un dron para que vean el entorno en primera persona, a vista de pájaro”, señala Pons. Es un proyecto que está recibiendo ayudas públicas por este tipo de servicios de integración a personas con movilidad reducida.
“Quién sabe qué más aplicaciones tendrán. No es que el dron valga para todo pero sí que vale para muchas cosas que aún están por descubrir”, añade con convencimiento.
El respecto a las leyes como primer requisito
Actualmente hay normativas para operar drones pese a que la gente no siempre las respete. Pons afirma que la ley está muy clara y las multas también, sin embargo, señala que “hoy por hoy te encuentras a todo el mundo haciendo el pirata”.
En la ley 18/2014, artículos 50 y 51, vienen recogidas las leyes vigentes en materia de drones. El incumplimiento de estas directrices puede suponer multas de hasta 225.000 euros para un aficionado y de 4.500.000 de euros para una empresa.
“La ignorancia de la ley no te exime de cumplirla”, recuerda Pons. Sin embargo, destaca que muchos operadores, incluso habiendo firmado un documento ante aviación civil, también incumplen las normas. Conocer las normas puede ser un aliciente para agravar las sanciones, como por ejemplo,cuando se vuela sin el permiso adicional requerido en espacios restringidos.
El hecho de tener un dron no da libertad total para grabar todo aquello que alcance su objetivo, por ejemplo, pues entramos en conflicto aquí con el derecho a la intimidad. Ser operador es una salida profesional viable y cada vez más extendida, pero no son juguetes, hay que manejarlos con criterio y responsabilidad.
Imágenes: Canavia / nicephotog
