Las aeronaves no tripuladas, ya sean de competición o para uso doméstico, corren numerosos riesgos de sufrir impactos que causarían daños graves en su estructura, debido a las altas velocidades a las que se desplazan.
Como solución a este problema, unos investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, han desarrollado una nueva forma de imprimir materiales blandos en 3D para dar una mayor resistencia a los drones en los choques, sin que su capacidad de movimiento se vea mermada. Esta nueva técnica en impresión 3D también podría aplicarse a otros tipos de dispositivos que sufren numerosos golpes a diario, aumentando así su durabilidad, como es el caso de los teléfonos móviles o tabletas.
El material en cuestión, que ha sido clasificado como viscoelástico programable (PVM), se obtiene mediante una técnica desarrollada en el CSAIL (unidad adjunta al MIT) y permite a los usuarios programar los niveles exactos de rigidez y elasticidad de las partes impresas.
Este material, además de amortiguar impactos que pueda sufrir el dron, también dará mayores facilidades a algunas aeronaves durante el aterrizaje. Para comprobar la eficiencia del material, se ha probado en pequeños robots cúbicos que eran lanzados desde cierta altura para que impactasen contra el suelo. Aquí un vídeo con la realización de la prueba:
La resistencia que proporciona el PVM se podría utilizar para los programas de educación que intentan integrar a los drones en las aulas. Este es el caso de Airwolf 3D que ha diseñado el Talon X1, un drone concebido expresamente para que los niños conozcan de cerca el mundo de los drones y el de la impresión 3D.
El desarrollo de drones con 3D sigue avanzando gracias al perfeccionamiento de los materiales que se emplean. Así se podrán conseguir dispositivos más resistentes, económicos y, lo más importante, que los propios usuarios puedan crear los repuestos de una forma mucho más cómoda.
Imagen y vídeo: MIT CSAIL
