Ante una tecnología nueva a veces hay que establecer nuevos marcos legales. Ni que decir tiene, con los drones ocurre esto mismo. Se trata de robots capaces de volar de forma autónoma, que de poder hacerlo libremente ocuparían su propio espacio aéreo. Existen ciertas cuestiones espinosas por solventar, como los vuelos en zonas urbanas o residenciales, la gestión del tráfico o la forma en que se distribuirían los permisos para volar.
Sin embargo, ya hay varios países que se han enfrentado al reto de regular el trasiego de drones. Estados Unidos, uno de los países más relevantes en este tipo de tecnología, acaba de publicar su nueva regulación. La Federal Aviation Administration (FAA) ha colaborado con el gabinete de Obama para proponer un marco legal completo para los usos civiles de estos robots voladores.
Actualmente para hacer un uso civil no comercial de un dron es necesaria una autorización expresa de la FAA. La agencia gubernamental quiere sustituir este procedimiento obstaculizador por una regulación a nivel nacional, que contemple no solo los posibles usos que los dispositivos pueden tener hoy en día sino la proyección que tendrán en el futuro.
Estados Unidos está tardando algo más que otros países en regular esta cuestión, pero tiene previsto hacerlo dando pasos con proyección de futuro. Una de las medidas que está preparando la FAA es la implementación de un sistema de control del tráfico aéreo mediante satélites.
Algunos de los países que ya han establecido un marco legal para los drones civiles son Reino Unido, Canadá o Australia. En general se trata de una serie de directrices sobre las características físicas y técnicas de los dispositivos y las limitaciones en sus vuelos, que dependen también del uso que se les esté dando.
En Reino Unido el piloto que controla el drone no puede perder contacto visual con este. Las distancias que se manejan son 500 metros de alejamiento horizontal y 120 metros en vertical. Para excederlas hay que pedir un permiso especial a la Civil Aviation Authority (CAA). Esta licencia también se necesita para cualquier vuelo que esté destinado a generar ingresos. En general los dispositivos no pueden volar a menos de 150 metros de una aglomeración de personas, ni a menos de 50 metros de un vehículo o estructura que no esté bajo control del piloto del aparato. Los dispositivos orientados a tareas de vigilancia tienen aún mayores restricciones.
Australia es otro de los países que han regulado el uso de drones con fines civiles. Si bien cualquiera que desee operar uno de estos dispositivos debe someterse a un proceso de certificación tutelado por la Civil Aviation Safety Authority (CASA). Cada uno de los vuelos requiere autorización expresa de este organismo, que además establece un límite de altura máximo de 120 metros, como en Reino Unido. Los drones no se pueden acercar a menos de 30 metros de una persona ni les está permitido volar próximos a un aeropuerto (como mucho pueden hacerlo a 5 kilómetros de distancia). También han de evitar las zonas donde haya importantes aglomeraciones de personas, como dicta la legislación británica.
Otro de los países que se ha apresurado a establecer un marco legal para el uso de esta tecnología en el ámbito civil es Canadá. El organismo que gestiona el uso de los drones es Transport Canada, que obliga a obtener un permiso para dirigir dispositivos de más de 35 Kg. Si pesa menos de 35 Kg y está destinado a un uso recreativo no es necesario permiso alguno, como tampoco lo es si el peso es menor de 25 Kg, aunque tenga fines comerciales.
Imágenes: John. Romero y SeldomScene