El concepto de smart city abarca muchas facetas. En esencia se trata de utilizar la tecnología, especialmente las de telecomunicaciones, para optimizar el funcionamiento de una ciudad. Las zonas urbanas son el resultado de siglos, en algunos casos milenios, de vida en común. Y como tal se han ido formando, acoplándose a los tiempos, puliendo imperfecciones y creando otras nuevas. El reto de las smart cities es que estos complejos construidos funcionen de la mejor forma posible, a nivel de costes, eficiencia energética, limpieza, ahorro de recursos o seguridad.
Hay una larga lista de beneficios que las smart cities ofrecen desde la poltrona de la teoría al ciudadano. A estos podrían contribuir los drones. El uso de estos dispositivos serviría primordialmente para adquirir datos y poder tomar actuar en consecuencia en base a las conclusiones obtenidas del análisis de la información.
Los drones pueden llevar a cabo el estudio del terreno y la monitorización de diferentes áreas, para evaluar de qué forma se usan o cuál es su deterioro durante cierto periodo de tiempo. El trazado de mapas en 3D es una de las tareas que entrarían dentro de este estudio del terreno. El control de la polución o la revisión de las infraestructuras son otras de las acciones que pueden llevar a cabo estos dispositivos. Mientras que funciones como el transporte de paquetes entran más bien dentro de la categoría de aplicaciones futuras.
Sin embargo, para que se puedan utilizar los drones dentro de una infraestructura de smart city es necesario coordinar la navegación y las comunicaciones. Así como contar con un sistema de procesamiento e interpretación de datos acorde con el volumen de información que recogerán los dispositivos. La estandarización y el respeto por la privacidad de los ciudadanos son otros de los retos a los que se enfrenta la introducción de drones en las ciudades.
Imagen: Michael Muraz