La nueva normativa recogida en el Real Decreto 1036/2017 deja claro que para volar en zonas urbanas los drones deben contar con un sistema de reducción de energía de impacto. Estos sistemas pueden ser principalmente de dos tipos: un airbag que amortigüe el impacto o un paracaídas que reduzca la velocidad de caída. En la práctica la primera opción resulta muy compleja técnicamente por lo que los RPAS han optado en su mayoría por la opción de incorporar un sistema paracaídas.
La empresa AircatDrone, distribuidora de la marca Galaxy, nos contó en Expodrónica 2018 que cuentan con distintos modelos en función del peso: hasta 3 kg, 5 kg, 15 kg o hasta 35 kg. Para la selección del paracaídas adecuado se debe tener en cuenta el peso total en vuelo, que incluye el RPA propiamente dicho, el peso de las baterías y el peso de accesorios o la carga a transportar.
Los sistemas de paracaídas están dotados de una parte electrónica que se comunica con la propia electrónica del dron. Puede configurarse para que se active automáticamente cuando se sobrepasan unos determinados valores en vuelo que se consideran anómalos, según explica Christian Sanchez, director técnico de AircatDrone. “Un criterio muy habitual para la programación de la controladora suele ser que dispare el paracaídas si se sobrepasa una inclinación de más de 45%”, apunta el directivo.
Esta electrónica también permite asignar un canal en tu radio para disparar el paracaídas manualmente al ver cualquier tipo de problema mientras vuelas. “Por ejemplo, si se escapa una hélice o si se ha quemado un variador y sale un poco de humo de un motor, es aquí cuando decides disparar el paracaídas antes de que el dron se descontrole”, señala Sánchez.
Al dispararse el sistema de emergencia, éste da orden al RPA de parar motores. Inmediatamente después se disparan los paracaídas y baja el tren de aterrizaje. “Cuando abre el paracaídas permite reducir la velocidad de caída hasta unos 2-3 m/s”, indica el director técnico de AircatDrone. A esta velocidad de aterrizaje el dron no sufrirá grandes daños. Las pruebas realizadas por esta empresa constatan que el incidente más grave observado en aterrizaje con paracaídas ha sido alguna pata partida. Pero en todos los casos se salva la integridad del gimbal, que algunas veces puede tener un coste bastante superior al propio RPA.
“El paracaídas se dispara utilizando generalmente la propia batería del dron. Sin embargo, existe la posibilidad de dotar al paracaídas con una pequeña batería independiente de medio amperio para salvaguardar también la eventualidad de fallo eléctrico total”, comenta Sánchez. La decisión de añadir este accesorio depende de cada cliente, aunque hasta ahora no es muy habitual, porque se puede controlar en todo momento el voltaje de la batería. Aun cuando estuviera a punto de agotarse, el piloto notaría que el dron comienza a balancearse por falta de energía, y tendría entre medio y un minuto para disparar el paracaídas. Los fallos que obligan al paracaídas a actuar sin previo aviso suelen ser fallos en el IMU o en el GPS a los que resulta imposible anticiparse.
El precio de estos paracaídas para drones puede ir desde los 200 euros, para un Phantom, hasta los 1.000 euros de uno de alta gama que aguanta hasta 35kg. Desde AircatDrone también nos recuerdan que estos paracaídas son reutilizables, por lo que no se hace una inversión para un solo uso.
La liberación del paracaídas se realiza por dos métodos según el modelo. Para los pequeños, como el del Phantom, el sistema de liberación es a presión con un muelle, mientras que los más grandes realizan la liberación del paracaídas mediante un pequeño piroactuador; esta carga explosiva sí debe ser reemplazada en cada uso con un precio que ronda los 20 euros.
Imágenes: Israel del Amo