El incremento del número de drones comerciales en los últimos años no ha pasado desapercibido para los gobiernos de todo el mundo. Las instituciones internacionales han puesto el foco en la seguridad ante los posibles riesgos que puede provocar el vuelo descontrolado de estos dispositivos, sobre todo si influyen en las operaciones de las aerolíneas comerciales.
El pasado año se registraron cerca de 600 incidentes entre aviones comerciales y drones, de los cuales 188 estuvieron cerca de acabar en colisión. Por suerte, aún no se ha registrado ningún accidente de gravedad por el que se puedan conocer los efectos de una colisión entre estos dos tipos de vehículos aéreos. Por esto, el gobierno de Reino Unido ha puesto en marcha pruebas para ver los efectos que supondría un accidente real: choques entre drones y aviones, controlados, eso sí.
Las pruebas están siendo realizadas por el Departamento de Transporte británico y llevadas a cabo por el contratista militar Qinetiq, con el objetivo de publicar un informe completo con los resultados de las pruebas antes de que finalice el año. Estas pruebas no podrán ser realizadas con el avión tripulado en pleno vuelo y este tampoco podrá ser una aeronave comercial, por razones de seguridad.
La Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) ya publicó un informe respecto al tema de las colisiones de drones con aeronaves tripuladas. Este determinaba que a alturas inferiores a 3.000 metros, una colisión entre un avión y un dron (con un peso inferior a 1.5 kilos) no tendría apenas consecuencias. Sin embargo, EASA no descarta los daños a la tripulación o a los pasajeros. Por ello, la realización de las pruebas de colisiones ayudará a evaluar los riesgos reales que pueda haber en estos casos, y también, a redactar la normativa regulatoria para el vuelo de las aeronaves no tripuladas.
Imagen: Dave Hamster