Uno de los grandes inconvenientes de los drones es su autonomía, que apenas dura unas horas. Además, la carga de las baterías de estas aeronaves no tripuladas depende en gran parte de contar con un generador o una toma de corriente cerca, lo cual obliga en algunos casos, a abandonar los aeródromos o pistas donde se practica con estos equipos para recargar la batería.
Quien dé con la clave para dotar de autonomía en vuelo a los drones habrá dado con la clave del futuro de estas aeronaves. En ese sentido, unos investigadores de la Universidad de Sidney están trabajando en una iniciativa para desarrollar los primeros drones capaces de replicar a los grandes aviones y recargarse en vuelo, solo que en vez de trasladar combustible de un avión a otro por medio de un conducto se transmitiría electricidad de un dron a otro.
Así pues, lo único que se necesita es un dron en tierra que actúe a modo de avión cisterna, el cual se eleve poco antes de que la aeronave principal se quede sin electricidad y le envíe energía a través de una suerte de pértiga que pueda conectarse entre ambos dispositivos y proceder a la transmisión de electricidad.
El equipo de científicos, dirigido por Daniel Wilson, ya ha llevado a cabo varias pruebas con este procedimiento, en el que sensores de infrarrojos ayudan a ambos drones a colocarse de forma precisa para poderse conectar con éxito, gracias a unos códigos que lleva el dron para ser detectado por la aeronave de respaldo.
Complicaciones en el caso de que haya viento
Dado que todo el proceso de carga se produce de forma autónoma, es posible que en caso de viento o turbulencias fuertes los sensores se vean sobrepasados y no puedan ejecutar correctamente la maniobra de aproximación y encaje. Y es que, en estos casos, los sensores no funcionarían con la precisión necesaria para detectar correctamente al dron receptor, con lo que la tecnología aún tendrá que seguir perfeccionándose para dar respuesta a un sueño sempiterno: lograr que un dron vuele y vuele sin tener que aterrizar jamás…