La mayoría de las personas creen que los vehículos aéreos no tripulados, ya sean aéreos, marítimos o terrestres, se crearon hace apenas unos años. Sin embargo, en el período de entreguerras del siglo XX, y más concretamente en la década de 1930 se desarrollaron vehículos de combate controlados por control remoto.
En el caso de la desaparecida Unión Soviética, se llegaron a desarrollar, y probar de forma satisfactoria, diferentes tipos de los denominados `teletanques´. Se trata de tanques de combate, que eran controlados de forma remota por radio (como es el caso del TT-26), y que fueron vistos en acción durante el período en el que se desarrolló la Guerra Fría.
La Alemania Nazi de Hitler también llegó a desarrollar numerosos modelos de vehículos autónomos (como la serie Goliath). En este caso, tenían una función diferente, eran vehículos de demolición. Algunos de estos drones bélicos estaban diseñados para portar cargas explosivas con temporizador y llevarlas a territorio enemigo. Otras, sin embargo, detonaban al hacer contacto contra el enemigo.
La decisión, por parte de ambos bandos, de diseñar y llevar a cabo el desarrollo de estos drones terrestres, quizás no fuese únicamente la de mejorar la eficiencia de su fuerza bélica. Es posible que otro motivo fuese la posibilidad de eliminar a la infantería del campo de batalla y plantar cara al enemigo sin tener que sufrir bajas humanas.
A raíz de estos drones de guerra, casi un siglo después encontramos dispositivos como el CRACUNS (Corrosion Resistant Aerial Covert Unmanned Nautical System), un híbrido entre aeronave y vehículo submarino, que ha sido desarrollado para poder aguantar sumergido durante largos períodos de tiempo, gracias a su capacidad anticorrosión. Una de las aplicaciones de este dron es la de utilizarlo como mina móvil, ya que se le puede añadir una carga explosiva que pueda ser detonada a distancia.
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